Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Monday 19 December 2016

Rebirth.

Drizzling clot of raindrops paint my dawning
spilling to heartbeat drumming, 
and in such jaded moisture
I feel my rapture humming. 
I wake — where are those tears
that fended a repining chain of mourning?
My eyes seek in the heavens
I hear their angels calling. 
... Sinlessness in my bloodstream
outnumbered venom pouring!
Your baleful words now chant their final anthem!
My goodness baby bawling!
I drink the cinder we once swam upon
And burn it under rays of radiant morning.

Addah Monoceros.

Monday 24 October 2016

Miedo.

Miedo que avasalla, miedo que somete.
Miedo. Miedo que aprisiona, miedo que me pisa, miedo que me mata.
Miedo. Miedo que te inculpa, miedo que desnuda, miedo que te arranca el antifaz. 

Miedo.

Me fraguabas como al mármol. Yo era bloque, tú, martillo. Yo era el ángel que vivía reclusa en mi propia prisión. 

Mas tuyos eran los barrotes, en mi faz los dibujaste, disfrazando la esperanza que en su día me hizo libre. Y emetizaste la culpa, en forma de promesas caducas; promesas que sobre mi rostro trazaban manantiales de sal. 

Buscabas fortaleza, buscabas hierro en mí. La escoria se desmorona, y no quería ser tu broza. Y tu ponzoña, ¡ay, tu ponzoña! Oratoria vacua, que nunca me supo tan llena, y que me vestía de renuencias bajo un mar de cardenales.

Me fraguabas como al mármol. Yo era bloque, tú, martillo. Yo era ángel que luchaba por ser el hierro que amarías. 

Pero llegó el miedo. 
Miedo que te avasalló, miedo que te sometió. Pues mi voz enmudecida fue la llave de esa puerta que tú mismo habías trazado en los confines de mi ser. 
Y el miedo te aprisionó, el miedo, que te inculpó, desnudó tu vil careta y tu furor se desató. 

Vituperios, maldiciones, los injurios no dañaban. Esta ciega quiso ver, y vio a un pobre homínido con su rabo entre las piernas escapando a no más ver.

Ay. Buscabas fortaleza, buscabas hierro en mí. Mas yo nunca fui de hierro, sino de indomable agua. Férreo luce tu martillo, que descarga contra mi alma indestructible. Pues fraguando al ángel vivo, tu faz se desmoronó. Y en escoria te perdiste, pobre adefesio desnudo, despojado del embuste a un hombrecillo de carne, de sangre y sin corazón. 

Addah Monoceros.

Wednesday 12 October 2016

Galatea rememora.

El cíclope pendula su mirada
que gira rauda teñida de blanco.
El cíclope desbaba telas
que giran como los jirones del recuerdo.
Fraguando nuestra memoria, riadas de bucle en flor
runrún de riadas soñando
con amalgamarse entre colores vivos
y es arco, es iris, es agua.

Addah Monoceros.

Síndrome de Estocolmo.

Crascita en mi pecho tu cuervo. Es negro, cual brea de luto. Recuerda al oprobio de un pasado acerbo y marchito, un pasado tormentoso de algodones embarrados. Pretendí volar a lo más alto y me estrepité contra el cemento, tiñendo de magenta el refulgor de mis mejillas. ¡Qué no daría yo por ser disidente del tiempo! ¡Qué no daría yo por hacer frente a esos besos caducos, a tus caricias lijadas, a los confites infectados con el gusto de tu lengua! ¡Qué no daría yo por beber de esa mirada embelesada, donde objetividad era reclusa de ternuras infinitas! Pues entregada y feligresa era en tus brazos, comulgando con la mente de mi hermano siamés. ¡Qué traicionera es la ira! Perpetrada por mentiras travestidas de verdad, en las que ardiente era tu frío y medrosa tu valentía. Oteaba tu soplo imperial, sin reparar en que eras libre en una jaula de patrañas. Sometida, avasallada en la penumbra de tan vana ensoñación, mi fiereza leonina prendió fuego a tu satén, y las velas perfumadas dieron paso a la epidemia de una ceguera más terca que las sogas que me asfixiaban. Seca quedó la ceniza, cual asceta en su atalaya. Fría, blanca, muerta, como el último sello de nuestros labios helados. Dices que por ti yo soy la persona que hoy te escribe; mas plantea quién guerreó siempre por tus sueños. Pregúntate quién encumbró tu sumario, quién tradujo en oraciones los artículos de la indefinición. Quién vendía sus anhelos por las horas a tu lado. Quién se esconde cuatro años tras el céfiro de la ofrenda. Por ti yo entregué mis horas, por ti yo entregué mi cuerpo, por ti yo entregué mi lienzo, y en él se esbozó tu borrón. Un borrón que hoy es tan mío como el eco de tu nombre. Un borrón que no mendiga, pero ruega tu perdón. 

Mas atiende a mi palabra, cuervo viejo y quisquilloso, pues de la sal de mis ojos se alimentan estos lirios. Y es que soy Luna inconsistente, contemplando tus mareas. Luna sólida, argentina y bella en la dichosa travesía hacia la eterna lozanía infantil. Que aunque lejana me halle, mi luz guía las aguas de tu océano sin fondo, y en mi rostro se perfila una sonrisa de esperanza. No importa que te pierdas en los iris azulados de productos sucedáneos a lo que en su día te di. No importa que deambules en los cuerpos de otras locas que prediquen libertad con el hueco entre sus piernas. Liberal soy a mi mundo, liberal a mis promesas. Liberal para decirte una verdad que, quizá, nunca llegue a tus pupilas tristes. 

Hay cabida para embustes, hay cabida para heridas. Mas proclive es el unicornio a la sanación, y a besos curo las llagas que agrieté con mis ultrajes. A besos curo el rencor que me impide ir a buscarte. A besos curo el orgullo del juramento repudiado. A besos te curo a ti. A besos explico, a besos comprendo, a besos te escribo.

Addah Monoceros.

Friday 19 August 2016

La violación.

Ya no sabrá soñarlo
se lo robaron a embestidas.
Yergue el cementerio vacío donde anidan los restos
de tinta carmesí vapuleada sobre pergaminos huecos. 

Se lo robó todo a hurtadillas 
arañando capas de satén
que acogían bienes antaño sacros
tesoros blancos con perfumes de azahar,
atosigados en el abrazo de unos labios tan sellados
como la boca que plañía cantares a dentelladas. 

Abanicos de cerezas rinden su culto a los cielos
que se apagan bajo telarañas de lumbre estrellada.
Violetas se desperezan en su espalda clara
bajo un millar de perlas argentinas. 

Alojan sus oídos un enjambre de licores
reptando juguetones por la enredadera
de promesas expirantes que en su lengua se evaporan
sin degustar el néctar de una comunión marchita.

Bajo la tierra empapada arroja raíces de luto,
raíces cuyos dedos hurtan soledades impuestas.   
Bucean en el redil de un crepúsculo infinito
cual boyada de reses conducidos a un emporio de cenizas.

Ya no sabrá soñarlo
a embestidas se lo robaron;
mas su faldita emplumada pintará de color el cielo
y observará que la promesa sigue viva entre las mareas
de nubes, y nácar, y dos mentes que dichosas comulgan.

Despertarán con los besos de pétalos rotos
alboradas coquetas cual náyades aladas.
Volarán, renaciendo en una aurora de juramentos
que jamás antes se habían visto tan enteros.

Addah Monoceros.

Tuesday 2 August 2016

Con P de piano.

Mi sangre es un himno que tiene
ochos gemelos en tuero
tirabuzón de nata y lignito
que se emancipan en cadencias vivas. 

Mi sangre es un himno que tañe
de ensueño el caudal de mis venas
erigiendo en sus entrañas
pies arquitectos de los ecos.

Mi sangre mana como un océano bravío
ahogando en astros el aliento que de notas traza
colmenas amorosas que en la luz se atavían 
jugosas y febriles cual manto sacro y vivo.

¡Son tantos los que escapan zumbando entre mis dedos,
que míos no los clamo, mas pían revoltosos
a la deriva en máscaras de madera fina!
Respiran mis latidos, me nutro de sus cantos.

Su fruto acompasado con regusto a mieles
amargo se recrea en sus cadenas de flores.
Rompiólas el da capo del himno perezoso
que con carbón y nata trenza mi sangre viva. 
Addah Monoceros.

Monday 1 August 2016

Hurto.

Me lo has robado todo, vida maldita, vida marchita. Trenzaste hurtos en mis ventrículos y los asfixiaste en su sangre jugosa, en el férreo sabor de una supervivencia fugaz. Me emponzoñaste poco a poco, Diablo ahíto de saña encarnizada, y ahí estaba yo, frágil y romántica, abiertos mis brazos para acogerte en mis latidos. ¡Qué cara sale la fe! Con qué descaro la arrancaste de entre mis dedos mientras cataratas de sal manaban de la inquieta celosía atezada de mis pestañas. Rasgaste mi piel con ácido y teñiste de escarlata mis promesas laceradas. Destruiste sueño tras sueño a embestidas, y en el llanto ajeno parecías sondear en busca de un argot afirmativo. Pero sólo respondió el silbido del céfiro que en los desiertos canta, y en las entrañas de mi soledad declamé un himno indestructible. Cáncer, cáncer de odio, cáncer que me usurpó después al amor de mi vida, ese que no marchó por su propio pie, sino que fue secuestrado y arrastrado a las profundidades de la nada. Se disipan los deseos y las vendas se calcinan. Desperezan en mis ojos los visos grises de un futuro desvaído. El pasado y el presente trazan sombras abusivas, y me embriagan y enamoran para disiparme con ellas, volátil y etérea como la propia existencia.

Y entonces tomo el pincel. Y abanico de color el ceniciento lienzo hasta que la sangre rezuma vida y mi epicentro reverbera con su luz parpadeante. Brillo. Grito. Lloro y vuelvo a llorar, hasta que todo plañido disfraza notas musicales de risa y esperanza. Y rebrotan las promesas. Rebrotan, como pétalos en flor, fulgurantes y hermosas cual ave fénix. Huelen a candiles perfumados y sueñan, sueñan alto y fuerte. La piel cicatriza y jura caricias almibaradas. Se inclina la cabeza ante la muerte y siembro con mis cenizas la mayor de mis vocaciones, que ahora surge en el desértico paraje con regusto a néctar maduro. Sobre el blanco de mis miedos revolotea una cigüeña. ¿Qué propala? me pregunto, pues veintiuna son las semillas, veintiuna y ni una más. 

Y es en ese instante cuando todo cobra sentido y la apuesta alcanza envergaduras hercúleas. Me lo robaste todo, vida maldita, más en duelo me batiré en tus ocasos, una última batalla, una en la que eterno será el retorno, e inminente la victoria. 

Veintiuna, canta la cigüeña. Veintiuna y ni una más. 


Addah Monoceros.

Tuesday 19 July 2016

Ceros.

Dicen que del llanto de un unicornio brotan notas curativas; terapéutica es la sal que mana de sus ojos, pues gesta su mirada un candor casi neonato. Dicen que es un llanto dulce, que precede al sueño profundo, un sueño voraz y apaisado, cual sempiterno rastro de plata en el horizonte de los tiempos. Dicen que el llanto de un unicornio conlleva el fin de una era y su ulterior reencarnación en otro ser, a veces bajo la misma carne. Y dicen también que el despertar es tenue, exiguo y casi imperceptible, que recuerda a ese susurro que las olas cantarinas marcan conforme la arena se ruboriza bajo sus pies. 

Se despereza en mí un unicornio de nácar, un unicornio que coquetamente viste halos de plata y de añil. Un unicornio de agua, tan dócil como inquebrantable y tan risueño como imperial. Un unicornio limpio que no precisa otra piel que la suya contra la podredumbre del mundo. Un unicornio cuyas pupilas negras prestan a la vida una reverencia colmada de ternura y audacia.

Trota feliz el unicornio, y de su cuerno rezuma la magia de su propio cosmos. Un cosmos curativo como las notas que canta; terapéutico como la sal que manan sus ojos. Dulce como los sueños que ahora pugna por cumplir. Un unicornio de nácar, un unicornio que viste de azul. Un unicornio poderoso como el iceberg, volátil como el vaho e indestructible como las aguas. 

Addah Monoceros.

Monday 4 April 2016

Oda gilipollas (para un gilipollas).

El acíbar del pasado yace en brazos del lamento
arrastrando con su jugo los delirios del tormento.
Olvidarte no debieras, pues estibarás con ello
convirtiendo en fortaleza tu difunto sufrimiento.  

Nuestra estrella compasiva tiende sus brazos al suelo
y te toma de la mano mientras tú vas renaciendo
como el canto de un oasis en las dunas del desierto
cual rumor de villancicos ataviando el frío invierno. 

Eres de la resiliencia mi pupilo y mi maestro
cuya mente, revoltosa, de luz se ha ido enriqueciendo.
Eres fénix soberano, desde la gravilla al cielo
Eres lágrimas de tinta dibujando en mí tu sueño.

Amilanamiento añejo, se condenará al destierro
mientras sendos farolillos serán tu mayor aliento,
pues lo antaño recelado te abandona con el viento
pereciendo para siempre junto al ya difunto tiempo. 

Fantaseas con volar, mas caes incluso durmiendo
desafueros te vulneran, atezado su agujero.
Las mentiras te codician, injuriosos sus deseos
de arrastrarte al desamor, a un cruel desasosiego.

Levantose el huracán, pues así alzarás tu vuelo
despojando de tus egos la agonía y el veneno.
Curtirás tu piel a golpes, terapéutico jumento
que ahora trota velozmente, liberado de su yelmo. 

El esbozo del destino se perfila en tus desvelos
delatando los colores de un novel discernimiento.
Lo tomas entre tus manos, erigiendo los cimientos
de la oda a la alborada que voraz está creciendo. 

Tortuosa es la salida, y en mis injerencias pienso
cuan hermoso es que tú creas tanto como yo en ti creo
pues al fin llegará el día en el que sientas lo que siento
vislumbrando tu belleza tal y como yo la veo.

Mis efímeras palabras se derriten como el hielo,
es ardiente mi mirada bajo el Sol de nuestro anhelo.
Riachuelos donairosos se atragantan con tus besos
Que en su inmortal lozanía saben bravos y sinceros. 

Permaneceré a tu lado, con tu error y tus aciertos
elogiándote nervuda, tiernamente corrigiendo
Hechizando con cariño toda paz en tus infiernos
renovando de tus miedos un amor que ya es eterno.


Addah Monoceros.

Tuesday 22 March 2016

Donde caben dos.

Me desvelo. Me desvelo en la noche solitaria que atavía de silencio una oda a vuestros nombres. Casi añoro las pesadillas que antaño conformaban mi única compañía. Encadenándome, crucificándome a una soledad impuesta pero segura. Mi soledad, porque era mía, cual paracaídas encelado frente al vertiginoso encuentro del cuerpo con la tierra yerta. 

Y entonces recuerdo mis alas sosegadas, mortecinas, el brindis que mis ojos cruzaban con mis pisadas desvalidas, las sombras cegadoras que embadurnaban mi lucidez con la sagacidad que alimenta a las doctrinas del deber. Y distingo entre sus letras unas curvas contenidas, una musiquilla nueva e irresistiblemente invitadora. Mi corazón adopta en su batir frecuencias raras, una extrasístole insurrecta y traviesa que disgrega los últimos mendrugos de sumisión. Me abandono a la indecisión más decidida y me sumerjo entre dos polos que de recato tienen bien poco. Se quebrantan mis cadenas; mi epicentro palpita bajo unas alas desvergonzadas que se agitan a placer. Fisgoneo en un Edén que hemos hecho nuestro, vuestro, mío. Bebo del perfume de un misterio tan delicioso como prohibido. Me dejo embrujar por cuatro pupilas gemelas que distingo con precisión incalculable, y se despereza en mis sueños el puente con la realidad tangible. Pasean mis dedos sobre desiertos ardientes perlados en tu sudor, o tal vez el suyo, o quizás el mío. Somos mensajeros del equilátero, ministros del isósceles e hijos del escaleno. Somos, destruyendo a zancadas los imperativos invisibles que, de forma subrepticia, envenenan nuestras gargantas. Somos, sofocando a risas todo cuchicheo ignorante, cegando con nuestra luz a los viandantes que señalan con el dedo. Somos, somos, somos. 

Y hoy me desvelo. Me desvelo en la noche que huele a azahar, a una rabia victoriosa, al éxtasis de quien se encuentra a sí mismo en el laberinto que en su día erigió para extraviarse. Abrazo mi libertad y la beso con mi alma. Marcando, alborozada, el punto y seguido que corona el prólogo del resto de mi vida.   

Addah Monoceros.

Thursday 18 February 2016

F.

Yo creo en los ángeles.

No vuelan, las alas no son su principal locomotora. Pero hacen volar (que, al fin y al cabo, es tanto o más bello). Su amor centellea, palpita. Es tangible y sedoso como el terciopelo. Nos envuelve entre sollozos y nos atavía de besos. Y es que los ángeles desconocen nuestro nombre, mas, ¡qué les importa un entramado de letras sin sentido! Los ángeles hacen de cinco minutos de ausencia la promesa de un recibimiento tan vehemente como enternecedor. Las hebras de su afecto hilvanan nuestra indumentaria oscura y, silenciosamente, conforman nuestro más estimado trofeo. Su lealtad es plena y hercúlea, pero nos hace sentir livianos y redimidos. 

Los ángeles no hablan nuestro idioma, ni falta que les hace. Todo lo transmiten en una mirada cómplice, en una caricia, en un lamento o un mero brinco que incita al juego. Porque los ángeles juegan; su vida es un suculento recreo, un pasatiempo, una aventura. Y sueñan con tenernos de compañeros, de confidentes, de protectores. No reparan, pobres serafines, en que somos nosotros quienes les debemos nuestro afecto infinito, una dulzura apacible y ardiente, un cruce de emociones encontradas que nos acercan a la tierra y nos alejan del bullicio. 

Se marcharán, los ángeles. Y dejarán tras ellos un rastro de arena desgranada bajo la marea de nuestros ojos. Pues con ellos fuimos amigos, hermanos, padres y maestros. A cambio obtuvimos la más hermosa de las enseñanzas, una lección incorpórea y eterna que con el tiempo cicatrizará y adoptará la esencia de los luceros. Vuelas con ellos, ángel mío. Mi querido, mi compañero, mi confidente, mi protector. Esta locura que me atrapa rezuma una enfermedad incurable, pues ya nunca volveré a mecerte entre mis brazos. Y soy consciente de que mi dolor es caduco y tu recuerdo perenne. Hoy vives en mí y soy yo la estrella que desprende tus candiles. No dejaré que te apagues, amigo. La luz de mi amor será tan eterna como nuestro lazo.

Yo creo en los ángeles. Y esta noche habrá uno más en el cielo.

Addah Monoceros.
27-12-12
Homenaje a mi perro y mejor amigo Flip, fallecido el día anterior.

Wednesday 17 February 2016

Rose.

And it is when eve sheds her nuances on our fortune that our very last match flares up. Somehow like throwing ourselves into an obscure crevasse. Fated but, yet again, expected. It is as though everything amongst us scrambled their way through our scars and into their freedom. It fucking hurts, of course, but the twinges are soothing. They trace a template so beautiful no naked eye can take in such witchery. Life is haunting, it sure is. I guess maturity comes from upholding our scarlet cruor and using it as oil for our rouge mischances. Growing, they say, is letting perceptions dance until their feet wear out. Until our lashes bloom in blazing petals and our lips imbibe their chains. Maybe there is a certain art to dying our heartbeats slam their impending tempo to. Maybe they harbour the anthem to our last breath, as it chants its farewell lyrics once we leave.

Addah Monoceros.

Eco.

Fuiste la vil apariencia 
De una verdad burda y fría,
Empozoñando recuerdos
De afanosa virulencia.

Pues mi silencio fue ambiguo,
Cual exquisita hoja en blanco,
Hoja en la cual tú trazaste
Mi plañido hueco, exiguo.

¡Qué habrían dado mis ojos
por perderse en el abrazo
de ese porvenir funesto
bajo el cual hoy me acongojo!

Mas la infancia muere joven,
Me remacha con sus púas,
Y mi adiós entristecido,
Vaga descompuesto y cojo.

Mis risueñas rosaledas 
Se desangran en mis mares,
Mares argentinos, canos,
Pues de dicha nada queda.  

¡Maldita tu tiranía!
Usurpaste mi puericia, 
Y ahora me arropa tu noche,
Mas jamás se hará de día. 

Addah Monoceros.
©2003.

Hades.

You were my one and only.

Tyranny upon assent.
Bewitching a shapeless soothing reign of terror.

Little did I need to stammer in grief.
To lurk in your heed.
To ask.
To drink.
To see for myself.
To take swigs of finis. 

You ducked in my eos.
You burnt out my soul into gasps of incense. 
Flaring.
Withering in a pyre of ecstasy. 
Crumbling soot and wonder. 
A fervid reawakening, an ardent pandemonium. 

In brumes you became beautiful.
A wraith I grasped in longing.
Come back!
You exist but under sunlight. 

Infinity in motion.

Silent silver.
Dozing sunrise.

My tyrant. 

My one.
My only.

Addah Monoceros.

Hades.

You were my one and only.

Tyranny upon assent.
Bewitching a shapeless soothing reign of terror.

Little did I need to stammer in grief.
To lurk in your heed.
To ask.
To drink.
To see for myself.
To take swigs of finis. 

You ducked in my eos.
You burnt out my soul into gasps of incense. 
Flaring.
Withering in a pyre of ecstasy. 
Crumbling soot and wonder. 
A fervid reawakening, an ardent pandemonium. 

In brumes you became beautiful.
A wraith I grasped in longing.
Come back!
You exist but under sunlight. 

Infinity in motion.
Silent silver.
Dozing sunrise.

My tyrant. 
My one.
My only.

Addah Monoceros.

Tuesday 9 February 2016

Nachtwache.

Leben. Überraschung, Geschenk, Traum. 
Ich schulde Leben so viel, dass mein Herz standhaft von Druck schlägt. Dank denen, ihr durch gegangen seid, und auch denen ihr hier geblieben seid, weil alle ein bisschen mich gezeigt habt. Fast als Stücke der Juwele in einer unsterblichen Bildhauerkunst...

Zweifellos, es gibt keinen Blinde, der nicht sehen will. Das habe ich seit ich ein Mädchen war gehört. Und ich habe natürlich dieses Spiel schön gespielt, bis meine arme Füße zu müde zu laufen gewesen. 

Danke für der Umarmung. 
Für die Hilfswörtern und die Liebe. 
Für die Gelegenheit ein volles Leben zu genießen, wo ich so viel gelernt habe. So viel. So wie ich. So wie Kinder. 

Leben. Überraschung, Geschenk, Traum.
Es ist die Essenz des unveränderlichen Todes. Das Sterben ist ziemlich süß, wenn wir es im Augen schauen. Sterben ist Leben. Leben ist Dankbarkeit. Bitte, liebe Sterben, wundervolles Leben, lassen sie uns glänzen. Lassen sie uns unsere eigene Skulptur schaffen.
Lassen sie uns blühen. 

Addah Monoceros.