Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Tuesday 22 March 2016

Donde caben dos.

Me desvelo. Me desvelo en la noche solitaria que atavía de silencio una oda a vuestros nombres. Casi añoro las pesadillas que antaño conformaban mi única compañía. Encadenándome, crucificándome a una soledad impuesta pero segura. Mi soledad, porque era mía, cual paracaídas encelado frente al vertiginoso encuentro del cuerpo con la tierra yerta. 

Y entonces recuerdo mis alas sosegadas, mortecinas, el brindis que mis ojos cruzaban con mis pisadas desvalidas, las sombras cegadoras que embadurnaban mi lucidez con la sagacidad que alimenta a las doctrinas del deber. Y distingo entre sus letras unas curvas contenidas, una musiquilla nueva e irresistiblemente invitadora. Mi corazón adopta en su batir frecuencias raras, una extrasístole insurrecta y traviesa que disgrega los últimos mendrugos de sumisión. Me abandono a la indecisión más decidida y me sumerjo entre dos polos que de recato tienen bien poco. Se quebrantan mis cadenas; mi epicentro palpita bajo unas alas desvergonzadas que se agitan a placer. Fisgoneo en un Edén que hemos hecho nuestro, vuestro, mío. Bebo del perfume de un misterio tan delicioso como prohibido. Me dejo embrujar por cuatro pupilas gemelas que distingo con precisión incalculable, y se despereza en mis sueños el puente con la realidad tangible. Pasean mis dedos sobre desiertos ardientes perlados en tu sudor, o tal vez el suyo, o quizás el mío. Somos mensajeros del equilátero, ministros del isósceles e hijos del escaleno. Somos, destruyendo a zancadas los imperativos invisibles que, de forma subrepticia, envenenan nuestras gargantas. Somos, sofocando a risas todo cuchicheo ignorante, cegando con nuestra luz a los viandantes que señalan con el dedo. Somos, somos, somos. 

Y hoy me desvelo. Me desvelo en la noche que huele a azahar, a una rabia victoriosa, al éxtasis de quien se encuentra a sí mismo en el laberinto que en su día erigió para extraviarse. Abrazo mi libertad y la beso con mi alma. Marcando, alborozada, el punto y seguido que corona el prólogo del resto de mi vida.   

Addah Monoceros.