Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Monday 24 October 2016

Miedo.

Miedo que avasalla, miedo que somete.
Miedo. Miedo que aprisiona, miedo que me pisa, miedo que me mata.
Miedo. Miedo que te inculpa, miedo que desnuda, miedo que te arranca el antifaz. 

Miedo.

Me fraguabas como al mármol. Yo era bloque, tú, martillo. Yo era el ángel que vivía reclusa en mi propia prisión. 

Mas tuyos eran los barrotes, en mi faz los dibujaste, disfrazando la esperanza que en su día me hizo libre. Y emetizaste la culpa, en forma de promesas caducas; promesas que sobre mi rostro trazaban manantiales de sal. 

Buscabas fortaleza, buscabas hierro en mí. La escoria se desmorona, y no quería ser tu broza. Y tu ponzoña, ¡ay, tu ponzoña! Oratoria vacua, que nunca me supo tan llena, y que me vestía de renuencias bajo un mar de cardenales.

Me fraguabas como al mármol. Yo era bloque, tú, martillo. Yo era ángel que luchaba por ser el hierro que amarías. 

Pero llegó el miedo. 
Miedo que te avasalló, miedo que te sometió. Pues mi voz enmudecida fue la llave de esa puerta que tú mismo habías trazado en los confines de mi ser. 
Y el miedo te aprisionó, el miedo, que te inculpó, desnudó tu vil careta y tu furor se desató. 

Vituperios, maldiciones, los injurios no dañaban. Esta ciega quiso ver, y vio a un pobre homínido con su rabo entre las piernas escapando a no más ver.

Ay. Buscabas fortaleza, buscabas hierro en mí. Mas yo nunca fui de hierro, sino de indomable agua. Férreo luce tu martillo, que descarga contra mi alma indestructible. Pues fraguando al ángel vivo, tu faz se desmoronó. Y en escoria te perdiste, pobre adefesio desnudo, despojado del embuste a un hombrecillo de carne, de sangre y sin corazón. 

Addah Monoceros.

Wednesday 12 October 2016

Galatea rememora.

El cíclope pendula su mirada
que gira rauda teñida de blanco.
El cíclope desbaba telas
que giran como los jirones del recuerdo.
Fraguando nuestra memoria, riadas de bucle en flor
runrún de riadas soñando
con amalgamarse entre colores vivos
y es arco, es iris, es agua.

Addah Monoceros.

Síndrome de Estocolmo.

Crascita en mi pecho tu cuervo. Es negro, cual brea de luto. Recuerda al oprobio de un pasado acerbo y marchito, un pasado tormentoso de algodones embarrados. Pretendí volar a lo más alto y me estrepité contra el cemento, tiñendo de magenta el refulgor de mis mejillas. ¡Qué no daría yo por ser disidente del tiempo! ¡Qué no daría yo por hacer frente a esos besos caducos, a tus caricias lijadas, a los confites infectados con el gusto de tu lengua! ¡Qué no daría yo por beber de esa mirada embelesada, donde objetividad era reclusa de ternuras infinitas! Pues entregada y feligresa era en tus brazos, comulgando con la mente de mi hermano siamés. ¡Qué traicionera es la ira! Perpetrada por mentiras travestidas de verdad, en las que ardiente era tu frío y medrosa tu valentía. Oteaba tu soplo imperial, sin reparar en que eras libre en una jaula de patrañas. Sometida, avasallada en la penumbra de tan vana ensoñación, mi fiereza leonina prendió fuego a tu satén, y las velas perfumadas dieron paso a la epidemia de una ceguera más terca que las sogas que me asfixiaban. Seca quedó la ceniza, cual asceta en su atalaya. Fría, blanca, muerta, como el último sello de nuestros labios helados. Dices que por ti yo soy la persona que hoy te escribe; mas plantea quién guerreó siempre por tus sueños. Pregúntate quién encumbró tu sumario, quién tradujo en oraciones los artículos de la indefinición. Quién vendía sus anhelos por las horas a tu lado. Quién se esconde cuatro años tras el céfiro de la ofrenda. Por ti yo entregué mis horas, por ti yo entregué mi cuerpo, por ti yo entregué mi lienzo, y en él se esbozó tu borrón. Un borrón que hoy es tan mío como el eco de tu nombre. Un borrón que no mendiga, pero ruega tu perdón. 

Mas atiende a mi palabra, cuervo viejo y quisquilloso, pues de la sal de mis ojos se alimentan estos lirios. Y es que soy Luna inconsistente, contemplando tus mareas. Luna sólida, argentina y bella en la dichosa travesía hacia la eterna lozanía infantil. Que aunque lejana me halle, mi luz guía las aguas de tu océano sin fondo, y en mi rostro se perfila una sonrisa de esperanza. No importa que te pierdas en los iris azulados de productos sucedáneos a lo que en su día te di. No importa que deambules en los cuerpos de otras locas que prediquen libertad con el hueco entre sus piernas. Liberal soy a mi mundo, liberal a mis promesas. Liberal para decirte una verdad que, quizá, nunca llegue a tus pupilas tristes. 

Hay cabida para embustes, hay cabida para heridas. Mas proclive es el unicornio a la sanación, y a besos curo las llagas que agrieté con mis ultrajes. A besos curo el rencor que me impide ir a buscarte. A besos curo el orgullo del juramento repudiado. A besos te curo a ti. A besos explico, a besos comprendo, a besos te escribo.

Addah Monoceros.